Se autoproclamó profeta en Arizona y tuvo más de 20 esposas, incluidas menores de edad
Samuel Rappylee Bateman, de Colorado City, Arizona, fue descrito como un hombre “autoproclamado profeta”, quien tenía más de 20 esposas, incluidas menores de edad, y dijo que era la “voluntad del Padre Celestial” que participara en actos sexuales con ellas .
De acuerdo al FBI, el hombre dijo que era la voluntad de Dios fomentar a sus seguidores, “incluidos los niños menores, a participar en actos sexuales”, según la declaración jurada presentada el en un tribunal federal en el Distrito Este de Washington.
Bateman era el líder de una rama de la Iglesia Fundamentalista de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, según la declaración jurada.
La declaración jurada se presentó un día después de que las autoridades rastrearan a ocho niñas, que habían estado bajo el cuidado de Bateman pero fueron puestas bajo custodia estatal en Arizona.
El 14 de septiembre, nueve niñas fueron detenidas por el Departamento de Servicios Infantiles de Arizona, según la declaración jurada. Ninguno de ellos “reveló abuso sexual real por parte de Bateman, pero al menos una admitió estar presente y parcialmente desnuda” para orgías sexuales, según la declaración jurada.
Bateman, así como sus cómplices, están acusados de participar en actividades sexuales delictivas; también se le imputan cargos de pedofilia.
En un ritual que se conocía como Unión de hermanos se realizaban actos sexuales en grupo. Supuestamente, en esas ceremonias el líder de la secta solía tener relaciones sexuales con las esposas de sus seguidores masculinos, mientras otros hombres y niñas menores de edad observaban.
En una de las grabaciones en poder de la policía, correspondiente al 1 de noviembre de 2021, se observa que una de las niñas que participó en estas orgías tenía solo 12 años. Bate afirmó que el Padre Celestial le dijo que “entregue lo más preciado que tiene: la virginidad de sus niñas” a tres de sus seguidores varones.
En los audios se escucha a las niñas que lloran y se quejan de que sienten dolor durante el acto sexual. Bateman alude a que “Dios arreglará sus cuerpos y volverá a colocar el himen en su sitio”.
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