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Desde dormir temprano a preferir quedarse en casa: Señales de que ya eres todo un adulto



Sin lugar a dudas, la transición de la juventud a la adultez es algo que a muchos nos provoca pánico, y es que aunque creemos que la edad es lo único que define la etapa de nuestras vidas en la que nos encontramos, la triste realidad es que, en un abrir y cerrar de ojos, comenzamos a tener responsabilidades que nos demuestran que ya somos adultos.


Y aunque es una verdad algo dura -e injusta- de asimilar, es cuando nos sentimos más jóvenes que empezamos a notar que los años nos alcanzan y niños de siete u ocho años, o incluso adolescentes, nos empiezan a llamar 'señor' o ' señora'. ¡Qué pesadilla!


Pero si aún te sientes como todo un joven y no estás dispuesto a aceptar que eres adulto, con estas cosas quizás tengas un poco más de perspectiva y te caigas el veinte de que sí lo eres.


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¿Cuándo hacemos adultos?

Primero lo primero, según la sociedad y las leyes bajo las que se rigen la mayor parte del planeta, un adolescente se convierte en adulto al cumplir los 18 años, y en otros lugares hasta los 21; sin embargo, la realidad es que no lo hacemos de un día para otro.


De acuerdo con los expertos, no es hasta después de los 30 años cuando alcanzamos la madurez necesaria para considerarnos como tal, y aunque en realidad no hay una edad específica que lo determine, lo alcanzamos una vez que nuestro desarrollo físico y sexual está completo.


Además, algunos rasgos psicológicos como la inteligencia y la capacidad de expresar y reconocer emociones, tener relaciones interpersonales y el desarrollo de la identidad nos definirán en un adulto funcional.


Señales de que eres todo un adulto

Pero entre que son peras y son manzanas, al crecer nos enfrentamos a algunas situaciones que nos hacen darnos cuenta que ya no somos niños y debemos hacernos responsables de nosotros mismos.


Algunas de estas suelen ser señales tan pequeñas que las dejamos pasar inadvertidos; pero si aún no lo ves tan claro, aquí te dejamos algunas cosas que te dejan en evidencia y demuestra que, en efecto, ya eres un adulto.


Irte de casa de tus papás: probablemente el primer gran paso, especialmente si tu economía lo permite. Y aunque solo te alcance para la renta y prácticamente no tengas muebles, por algo se empieza, ¿no?

Necesitas café para sobrevivir: Cuando éramos chicos hasta gestos le hacíamos al café, pero ahora, es imposible pensar en comenzar tu día sin antes tomar una taza -o varias- para arrancar, ¿cierto?

Dormir y despertar temprano: No eres el único que se siente cansado y con ganas de ir a costarse antes de las 10, y mucho menos el que despierta a las siete de la mañana hasta en fin de semana.

La limpieza y el orden ante todo: Sí, es probable que hayas notado, tal y como lo dijo tu mamá, que la casa no dura limpia. Seguro te has preguntado más de una vez: ¿De dónde sale tanto polvo? o ¿por qué hay tantos platos sucios?

Preferir quedarse en casa a salir: Aunque sea viernes en la noche y tus amigos te llamen para salir de fiesta, cada día valoras más tus horas de descanso. Las cervezas y música en el antro ya no se ven tan atractivos como ver películas en pijama.


Si asentiste con la cabeza leyendo estas señales, es muy probable que ya seas un adulto, pero ¡no te preocupes! No eres el único que siente esta preocupación por la vida después de la juventud. En lugar de hacerle daño al feo, aprovecha para hacer las cosas que siempre quisiste cuando eras niño y así no sufrirás -tanto-.



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